domingo, 23 de marzo de 2008

Nuestra gente, núcleo de pluralidad




Nuestro país en muchas ocasiones ha sido aludido por su diversidad natural, por sus distintas belleza, por sus cálidas aguas del norte y por sus frías pero bellas aguas del sur, por su desierto árido - el más árido del mundo-, por sus verdes bosques que serenan nuestro sur, por las bellas diferencias de este a oeste, donde iluminada por la mañana se ve la blanca cordillera que cubierta de nieve se deja embellecer por el sol que con cariño la resplandece y por la tarde, en las saladas aguas de nuestro pacífico océano nuevamente es la estrella veterana quien se esconde por las aguas como un infante disfrutando de la frescura del mar, sonrojando a nuestro cielo que con timidez observa al sol bañarse en nuestras aguas. Antes de que se nos olvide es necesario decir que somos a la vez pertenecientes a la tierra más delgada y más larga, aquella tierra distinguida que se deja caer en los confines del mundo que cautiva a grandes y pequeños, que es la envidia de sus hermanas y por qué no decirlo, es ella quien con su juventud deslumbra al mundo entregando un pedacito de su nobleza a quienes descubren en ella la belleza de una madre.




Sin embargo las palabras que dejo caer para refrendar a mi hermoso país quedarían sin sentido si no mencionara a quienes día a día hacen nuestra tierra fruto de belleza. Es nuestra gente tan diversa como nuestro país la que día a día levanta los sueños de nuestra noble distinguida. Nuestra gente no se debe privar de la belleza de sus pares, de aquellos que se dejan ver en nuestro árido desierto, que con su entrono seco pero bello, hacen maravillas. Son ellos quienes dejan ver la hermosura de nuestra artesanía nortina, imponen moda luego de años de ser estrellas, son ellos que atraen como un imán a quienes necesitan ver bellezas distintas. También están los hermanos de la tierra verde, quienes con poco hacen mucho, que en su seno han de hacer su vida, quienes día a día se ven tiernamente cobijados por la lluvia. Es así como componemos día a día nuestra tierra, somos nosotros quienes la hacemos distinta, la hacemos diferente y de quien depende que siga construyendo hermosura y vitalidad por el resto de los siglos que le quedan, quizás tantos como el brillante veterano que hoy nos brinda luz y calidez.




Quizás nos queden años por aprender que todos por muy distintos que seamos, estamos siempre al servicio de nuestro prójimo que sin duda con refleja en nuestra misión de hacer un país mejor.